Jessica y Mark habían deseado tener hijos desde que estaban juntos, pero hasta ahora, no habían sido bendecidos con uno.
Empezaron a consultar a especialistas para averiguar qué estaba mal, y pronto descubrieron que ambos portaban un rasgo genético que podría ser fatal para cualquier descendencia.
Los médicos les advirtieron que no intentaran tener un bebé, pero sus sueños eran más fuertes que el miedo. Cuando concibieron, no pudieron estar más felices.
Pero cuando Jessica finalmente dio a luz, una sola mirada a su bebé fue suficiente para hacer que esta nueva madre gritara de horror.