Primero necesitas un poco de perejil, preferiblemente fresco. Lávalo y colócalo sobre una tabla de cortar. Con ayuda de un cuchillo procedemos a cortarlo en trozos rugosos. A continuación, ponemos el perejil fresco picado en un recipiente bastante hondo. A continuación hay que añadir una cucharada de bicarbonato de sodio. Vierte agua fría por encima para que cubra todo el perejil y el bicarbonato se disuelva. Con una cuchara, sumerge las hojas en el agua para que se empapen bien.
MIRA EL SIGUIENTE VIDEO